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11 de mayo de 2011

GOLDCORP AUMENTA GANACIAS, EL PUEBLO DE GUATEMALA SU MISERIA

Por Mario Sosa


Mientras la Goldcorp Inc, dueña de la mina Marlin en Guatemala, aumenta sustancialmente sus riquezas, el pueblo guatemalteco se debate entre la pobreza y la miseria. Sólo un hecho terrible lo demuestra: más del 50% de los niños presenta desnutrición crónica.

Goldcorp Inc logró ganancias por 651 millones de dólares en el primer trimestre del año 2011, 419 millones más que en el mismo periodo del año pasado. Si la cosas siguen tan bien para esta transnacional, sus ganancias sólo para este año serán de alrededor de 2,600 millones.

Sólo la mina Marlin en Guatemala produjo 77 mil 800 onzas de oro, un incremento del 12.9 por ciento con respecto al primer trimestre de 2010, a un costo operativo de US$324 por onza. Además produjo 1.76 millones de onzas de plata para un aumento del 41 por ciento (el periódico 11/05/11).

Capitalismo a secas: acumulación de riqueza en pocas manos, reproducción de pobreza, deterioro ambiental y efectos negativos para la salud en la mayoría de nuestro pueblo. Todo ello con la complicidad de sucesivos gobiernos: Portillo, Berger y Colom.

Pero hagamos cuentas: si una onza de oro vale 1,394 dólares y se le resta 324 dólares de producción y operaciones, por cada onza se obtiene una ganancia de 1,074 dólares. Esto implica que si la extracción de oro fuera una actividad nacionalizada, y considerando las 77 mil 800 onzas de oro producidas por la mina Marlin en este primer trimestre del año, el Estado de Guatemala obtendría una ganancia de 81 millones de dólares (alrededor de 627 millones de quetzales), lo que implicaría un ingreso anual posible de 324 millones de dólares, equivalentes a 2,511 millones de quetzales, tan sólo de esta mina y excluyendo otros productos extraídos como la plata.

Es decir, si la producción minera estuviera nacionalizada, el Estado podría garantizar recursos para solventar los graves problemas, necesidades y deficiencias en materia de salud, educación, empleo, etc. Recuperaríamos nuestra dignidad y soberanía y garantizaríamos una verdadera solidaridad.

8 de febrero de 2011

LA SOBERANÍA NACIONAL TRANSADA

Por Mario Sosa


En su edición del lunes 7 de febrero, el diario conservador español, El país, dio a conocer un cable divulgado por WikiLeaks, sobre un hecho que revela la injerencia que Estados Unidos mantiene en nuestro país y el carácter servil de la burguesía local.

El gobierno de la oligarquía entre 2003 y 2007, Oscar Berger, vetó la Ley que permitiría la venta de medicamentos genéricos en Guatemala, los cuales son una opción para que la mayoría empobrecida de nuestro pueblo pueda acceder a medicina de este tipo.

Esto en su momento lo criticamos y acusamos a dicho gobierno de ser un títere servil del capital transnacional, en particular, de las empresas farmacéuticas, a las cuales en su afán de lograr la mayor acumulación de capital no les importa que millones de seres humanos mueran por falta de medicamentos obtenidos a un precio justo. En otros artículos y pronunciamientos también criticamos el carácter lacayo de dicho gobierno, al servicio de empresas, organismos financieros internacionales y de Estados Unidos.

Pero los cables revelados por WikiLeaks, describen el papel de la Embajada estadounidense y de sus embajadores, como operadores políticos de su país y de las empresas que desde ahí operan. En particular, se describe las presiones de los entonces embajadores John Hamilton y Peter Allgeier, quienes amenazaron con excluir al país del mal llamado Tratado de “Libre” Comercio e hicieron que –servilmente-- el ex presidente Berger vetara la ley que liberaba la compra de medicamentos genéricos. Y como parte de su estrategia, se revela como La Embajada imperial, a través de columnistas y editorialistas de los medios de prensa escrita, radial y televisiva --incluido el programa del oligarca Dionisio Gutiérrez (del grupo corporativo Multi Inversiones)--, impulsó una campaña ideológica para posicionar criterios de defensa a los derechos de autor y de libre empresa, como superiores al derecho que tienen los pueblos a la salud. Asimismo actuaron con los partidos políticos que, también servilmente, dieron marcha atrás en la decisión que con anterioridad habían tomado en el Congreso.

Dichos cables revelan entonces algo que no nos cansamos de repetir. El capital actúa para lograr la máxima ganancia; no está interesado en los seres humanos y sus necesidades. Y para lograr la máxima ganancia, ha logrado articular un sistema mundial en donde imperios como Estados Unidos, actúan para promover sus intereses –los del capital y los suyos, que son finalmente lo mismo— y desarrollan una permanente política injerencista, violadora del derecho de los pueblos a su soberanía.

También nos revela cómo las burguesías y oligarquías actúan servilmente con el capital transnacional y, en este caso, con Estados Unidos como el imperio que ejerce su poder en la región. Servilismo que se hace evidente cuando sus intereses pueden verse afectados, por ejemplo, al ser excluidos del igualmente entreguista Tratado de “Libre” Comercio que aceptaron firmar. Soberanía nacional transada a cambio de beneficios comerciales para sus empresas.

Asimismo sale a luz pública, cómo quienes controlan localmente los Estados y gobiernos: burguesía/oligarquía, partidos políticos, medios de difusión masiva, constituyen actores e instrumentos que reproducen en la superestructura (ideología, leyes) los intereses del imperialismo, del capital.

Burguesía/oligarquía, ni países que se autodenominan amigos como Estados Unidos, partidos políticos, medios de difusión masiva, son parte de ese sistema que a nivel local reproducen un régimen capitalista que en ningún momento se orienta a beneficiar o defender los intereses de nuestro pueblo.

Por eso, la alternativa es construir un nuevo régimen, donde la propiedad, la producción, el comercio, se orienten al beneficio de todo el pueblo, y donde el Estado y gobierno, estén al servicio de la colectividad y no de intereses minoritarios.

Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, tienen mucho que enseñarnos en este sentido. Especialmente en la existencia de programas revolucionarios que son los que permiten avanzar con coherencia hacia la construcción de sociedades y Estados justos, que es lo que anhelamos y nos merecemos los guatemaltecos. Nuestro pueblo no se merece estos gobiernos lacayos y serviles. Nuestro pueblo merece y necesita gobernarse por sí mismo.