La palabra incompetente refiere a
la incapacidad para realizar una tarea determinada. En ese sentido, el punto de
partida de este artículo es la afirmación relacionada con la izquierda
electoral y su incapacidad para competir electoralmente. Por demás sabido es
que esta expresión de la izquierda –que no es la única– ha devenido en una
fuerza marginal, “funcional y participativa”, incapaz de competir para ganar
una elección nacional. El porcentaje de los cuatro partidos políticos de
izquierda, aliados en las elecciones generales de 2011, corroboran tal
afirmación. Con la llamada alianza Frente Amplio, en las últimas elecciones
obtuvieron apenas un 3.27% de los votos válidos[1].
Y como se mostrará a continuación, la historia electoral reciente, de 1995 a
2011, confirma su tendencia a decrecer y estancarse.
Esta problemática es la que
trataré de analizar en este artículo, a sabiendas que lo que aquí se recupera
no pretende sino ser un aporte entre muchos, para describir, analizar,
interpretar y debatir sobre la izquierda en Guatemala, con el objetivo de
contribuir a su recuperación histórica.
El inicio de un nuevo camino:
la izquierda en las elecciones de 1995 y 1999
Posterior a la vuelta a la
constitucionalidad, la izquierda participa por primera vez en elecciones en
1995, a través del Frente Democrático Nueva Guatemala (FDNG), partido político
que logró articular a una parte importante del movimiento social y de
expresiones de izquierda legal e insurrecta, en un momento donde aún se vivía
la última etapa del enfrentamiento armado que concluyó con la firma de la paz
en 1996. Dicho partido logró un valioso 7.70% de los votos, proponiendo al
economista Jorge Luis González como candidato presidencial y a Juan León como
candidato vicepresidencial. El primero un economista prestigioso, pero alejado
de la cotidianidad del país, y el segundo un líder al interior del movimiento
maya.
Con el FDNG, la izquierda logró
integrar una honorable y valiosa bancada de seis diputados y diputadas, y ganar
19 alcaldías municipales. Este experimento electoral, en buena medida decidido
e inducido por la izquierda revolucionaria en armas, pronto fue descartado por
esta, siendo que reñía con la dirección política de la Unidad Revolucionaria
Nacional Guatemalteca (URNG) y que se encargaría de conducir la conversión en
partido político posterior a la firma de los acuerdos de paz. Este fue uno de
los más importantes factores, si no el principal, que hicieron que dicho
instrumento feneciera en las elecciones de 1999, cuando logra el 1.28% de los
votos, para ese momento distanciado de la URNG.
Más allá del resultado electoral,
no se supo valorar coherentemente el esfuerzo y resultado del FDNG, y
“contrariamente, hubo un empecinamiento en mantener estructuras de dirección
que estaban dejando de contar con la legitimidad necesaria para conducir el
proceso, no solamente por la irrupción de sujetos, sino por la gestación de
nuevos liderazgos” (Sosa, 2009a). Se perdió la oportunidad para avanzar en una
relación virtuosa –no exenta de dificultades– entre la izquierda “política” y
otras formas de representación sociopolítica procedente de sujetos colectivos
históricos, como los pueblos indígenas, más allá de aquellas expresiones
organizativas vinculadas con las expresiones integrantes de la URNG en ese
momento.
Con ese antecedente, URNG inicia
su conversión en partido político, fase que concluye el 18 de diciembre de
1998. Este paso significó el inicio de una etapa en la cual las fuerzas
revolucionarias que lo integraron (PGT, EGP, FAR y ORPA) fueron disueltas
formalmente y constituidas en un solo organismo electoral. Con ello inicia un
proceso de institucionalización del movimiento revolucionario en la lógica de
partido electoral y se convierte en una fuerza institucionalista y defensora
del Estado de derecho, siendo su interés por ser parte y promover la
institucionalidad procedente de los acuerdos de paz, lo cual exigía regirse por
la normativa del establishment[2].
Con esto empezó –o continúo–, en la práctica, el abandono de uno de los
fundamentos de la lucha revolucionaria en el país hasta ese momento: el
socialismo como proyecto histórico.
Así, para el año 1999,
conjuntamente con el partido Desarrollo Integral Auténtico –DIA–, crean la
primera coalición electoral llamada Alianza Nueva Nación y lanzan como
candidato presidencial al ingeniero Álvaro Colom Caballeros, con quien se logró
un 12.36% de los votos y se ubica como la tercera fuerza política a nivel
nacional. Con ese resultado aumenta a nueve su bancada de diputados y logra
ganar catorce alcaldías municipales. Este resultado, el más alto de la
izquierda en la historia reciente del país, permitía prever la posibilidad para
que URNG pudiera convertirse pronto en una fuerza con capacidad de disputar la
presidencia, tal y como hacía el Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional –FMLN– en El Salvador.
De los resultados y
fraccionamientos de la izquierda en las elecciones de 2003
Para el 2003, con su anterior candidato
presidencial Álvaro Colom encabezando otro partido político y deshecha la
anterior alianza ANN, la URNG lanza como propuesta presidencial a uno de los
comandantes revolucionarios: Rodrigo Asturias. Con apenas el 2.58% de los votos
válidos, experimentó un rotundo fracaso, del cual no se ha logrado reponer.
Adicionalmente logra ganar ocho alcaldías municipales. Significativa resultó,
además, la diferencia de votos obtenidos para diputados por listado nacional,
que alcanzó el 4.2%, lo cual se explica en parte por las diferencias internas
que empezaban a observarse al interior del partido y la preferencia que
votantes tuvieron hacia el candidato de la UNE, Álvaro Colom.
Pero quizá el principal factor de
esta debacle fue la escisión de una fracción del partido ocurrida en 2002,
encabezada por el comandante Pablo Monsanto. Dicha fracción se articuló en la
Alianza Nueva Nación (ANN), conjuntamente con dos fuerzas políticas pequeñas,
que pretendían convertirse en partido político: Unidad de Izquierda Democrática
–UNID-, encabezada por Alfonso Bauer Paiz, y el Frente Democrático Solidaridad
encabezado por Nineth Montenegro, posteriormente constituido e inscrito como
Encuentro por Guatemala. Esta alianza, que podía catalogarse también de
izquierda, participó sólo con candidaturas a alcaldías y diputaciones,
estrategia que le permitió obtener el 4.85% de los votos válidos para diputados
por listado nacional y lograr una bancada de seis diputados, tres de los cuales
renuncian al partido ya en el ejercicio de su función legislativa[3].
Del estancamiento e
insistencias en el fraccionamiento en las elecciones de 2007
Las divisiones en la izquierda
electoral continuaron para las elecciones de 2007. URNG realiza un esfuerzo que
intentó recuperar su relación con la izquierda “social” y a finales de 2006 se
alía en el Movimiento amplio de izquierda (Maíz). Esta instancia fue la
confluencia entre la URNG, así como organizaciones y liderazgos sociales
ligados a dicho partido, el Movimiento Político y Social de Izquierda –MPSI–
que aglutinaba a ex militantes del PGT, EGP, FAR y ORPA y de otras experiencias
sociopolíticas y nuevas militancias de izquierda social. Los desacuerdos en
torno a decisiones e integración de listado de candidaturas, principalmente,
generaron que una parte del MPSI saliera de dicha articulación.
El partido político ahora llamado
URNG-Maíz, en 2007 lanzó como candidato presidencial al periodista Miguel Ángel
Sandoval (antiguo militante del EGP/URNG y en ese momento procedente del MPSI)
y como candidata vicepresidencial a la antropóloga Walda Barrios, con quienes
obtiene el 2.14% de los votos válidos. Es relevante de nuevo que para diputados
por listado nacional obtuviera el 3.55% de los votos y dos diputados.
Por su parte, la ANN lanzó como
candidato presidencial a Pablo Monsanto, quien logró el 0.6% de los sufragios,
lo cual en términos absolutos significó menos votos con relación al número de
afiliados que integraban dicho partido político, con lo que pierde su registro
electoral en 2008. No obstante, su alianza con la Unidad Nacional de la
Esperanza –UNE– de cara a la segunda vuelta electoral, le valió convertirse en
parte de la articulación gobernante y en su carácter de fuerza secundaria
acuerpó una política de corte asistencialista y facilitadora del modelo de
acumulación dominante. Esto le permitió a la ANN colocar a muchos de sus
cuadros en programas sociales, embajadas y secretarías del gobierno de Álvaro
Colom.
Una tercera expresión en ese
momento fue la candidatura de la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú Tum,
quien obtuvo el 3.06% de votos, respaldada por el partido político Encuentro
Por Guatemala y por una pequeña fuerza política con intenciones de convertirse
en partido político.
Esfuerzos de articulación y
consolidación del estancamiento electoral en 2011
En las últimas elecciones, las de
2011, la izquierda electoral participa en dos esfuerzos de articulación
política.
Uno de ellos fue la integración
de la Mesa para la Unidad de las Izquierdas (también conocida como Mesa Unitaria),
en cuyo seno se encontraron en términos generales dos posiciones: la primera,
con la pretensión que dicha Mesa se orientara a participar conjuntamente en el
proceso electoral, planteada por URNG, ANN, y la segunda, con el propósito de
gestar un programa y una estrategia revolucionaria que trascendiera lo
electoral como “estrategia” y el momento electoral mismo, posición compartida
por el PGT (esfuerzo de refundación del partido comunista iniciado en 2003) y
el Frente Popular, una pequeña articulación política de izquierda no
partidaria. Después de cerca de año y medio de avances lentos, la Mesa se
disuelve con la salida del PGT y el Frente Popular, quienes cuestionaron que el
nombre de la Mesa para la Unidad de las Izquierdas hubiese sido incorporado inconsultamente
en el comunicado público de creación del Frente Amplio, creado para participar
en las elecciones de 2011.
El segundo esfuerzo de
articulación fue la creación del Frente Amplio, en el cual participaron
URNG-Maíz y Alternativa Nueva Nación –ANN– (antes Alianza Nueva Nación).
Asimismo, el partido Movimiento Político Winaq, encabezado por su secretaria
general, Rigoberta Menchú, con fuerte orientación e integración maya, que
evadía en ese momento definirse como de izquierda o derecha. También integró el
Frente Amplio el partido político en formación, Movimiento Nueva República,
cuyo secretario general es Aníbal García. Asimismo, un conjunto de
organizaciones sociales, en su mayor parte, vinculadas a los dos primeros
partidos políticos mencionados.
El binomio presidencial propuesto
estuvo integrado por Rigoberta Menchú y Aníbal García, con el cual se alcanza
el 3.27% de los votos y tres diputaciones, una perteneciente al Movimiento
Político Winaq y dos a URNG.
Con dicho resultado adverso y sin
la disposición para sostener la alianza, para la segunda vuelta electoral, el
Movimiento Político Winaq y ANN deciden apoyar la candidatura de Manuel
Baldizón, del partido derechista Líder, en el intento o con la justificación de
impedir el ascenso al gobierno del militar Otto Pérez Molina, quien finalmente
triunfa. URNG y MNR manifestaron su rechazo a ambas candidaturas[4].
No obstante tales diferencias, se
intentó recuperar y mantener el Frente Amplio con las cuatro organizaciones,
esfuerzo que pronto fracasó y se impusieron estrategias diferenciadas entre
URNG y el Movimiento Político Winaq, por un lado, y ANN y MNR por otro, como se
verá a continuación.
De las perspectivas hacia la
elección de 2015
A las puertas de un nuevo evento
de selección de autoridades nacionales y locales, la izquierda electoral asiste
dividida y enfrenta fuertes problemas irresueltos, además de dilemas de
coyuntura política, que le hacen incompetente para la tarea que significa
enfrentar airosamente: a) Un sistema de partidos dominado por fuerzas de
derecha y corruptas; b) Un proceso electoral con profundas ilegalidades como
las campañas anticipadas; c) Ilegitimidad sistémica devenida de gastos en
campaña que exceden los techos financieros electorales legales, además de los
graves hechos de corrupción que involucran criminal y políticamente a un
conjunto de políticos, candidatos y partidos políticos, todo lo cual estimula
un fuerte rechazo ciudadano a la llamada “clase política” en general, entre otro
conjunto de factores.
URNG-Maíz y el Movimiento
Político Winaq han logrado gestar un acuerdo electoral que les permite lanzar
candidaturas conjuntas a nivel nacional y en buena parte de los distritos
electorales departamentales y municipales. En esta ocasión vuelven a lanzar la
candidatura presidencial del periodista Miguel Ángel Sandoval y la candidatura
vicepresidencial del abogado Mario Ellington, fundador de la Organización Negra
de Guatemala (Onegua). Esto ocurre después del rompimiento con la primera
opción presidencial hecha pública a inicios de este año, la del ambientalista
Yuri Melini, y posterior a la formalización de divisiones internas en
URNG-Maíz, que llevan a la separación de un contingente liderado por el Comité
de Desarrollo Campesino –CODECA– y por la aparente inmovilidad electoral de la
fracción que dirigió el partido hasta junio de este año. Esto, sin duda, merma
fuertemente su capacidad organizativa de cara al proceso electoral de 2015.
Por aparte, ANN decide dar paso a
una estrategia consistente en la gestación de la Convergencia por la Revolución
Democrática (CRD), hoy denominada Convergencia y que da nuevo nombre al
partido. Inicialmente la CRD se integró principalmente con organizaciones y
liderazgos vinculados a la ANN, y luego se amplía con la integración de una
parte del Consejo de los Pueblos de Occidente –CPO[5].
Con ello, esta fracción de izquierda constituida como ANN, ahora Convergencia,
avanza en la recuperación de relaciones con una parte importante del movimiento
social territorial, protagonista de la resistencia a los proyectos extractivos.
Es relevante, asimismo, que ante las debilidades que presenta para competir con
la derecha y con las otras expresiones de izquierda, haya decidido lanzar sólo
candidaturas para alcaldías y diputaciones, en buena parte con liderazgos
procedentes del movimiento social o de expresiones que, en su mayoría, no
habían tenido una participación electoral en esas posiciones.
Por último, el Movimiento Nueva
República que se autodenomina izquierda moderada, la fuerza que en papel luce
más débil, lanza como candidato presidencial a su secretario general, el
abogado y ex diputado (2008-2012) Aníbal García, y al abogado ambientalista,
Rafael Maldonado.
Así las cosas y siendo la
tendencia en materia de resultados electorales, la situación de la izquierda
electoral es aún más difícil al considerar otros factores de primer orden,
tales como:
1. Carece de
un trabajo organizativo sólido y sostenido, que le posibilite pensar en mejorar
su correlación de fuerzas en el proceso político en general y electoral en
particular. Como parte de esto también aparece su fragmentación entre sí como
expresiones político partidarias y con relación a expresiones sociales y
políticas no electorales de izquierda o que podrían acercarse a esta corriente[6].
2.
Carece
del programa político con el cual la ciudadanía o, en otros términos, la clase
trabajadora, los pueblos indígenas, las mujeres, los jóvenes, se sientan
identificados y se hagan parte orgánica o apoyen una alternativa de izquierda.
Esto se debe a que la izquierda no es observada por los principales segmentos
sociales como una expresión que les represente e intermedie sus intereses,
además del carácter conservador y anticomunista predominante en la sociedad
guatemalteca en general.
3.
Carece de
liderazgo con capacidad de gestar conducción ideológica y política, y desde
ahí, que le permita convertirse en una fuerza política de primera línea en el
país. La izquierda electoral no logra ni siquiera evidenciar un posicionamiento
coherente para pensar que se está ante el inicio de un proceso contra
hegemónico en el país en el cual esta pudiera situarse en primera fila de
conducción.
4. Carece de
los suficientes recursos financieros y medios de comunicación para sostener una
campaña política que le permita enfrentar a los partidos de derecha más fuertes
y quienes encabezan las encuestas electorales.
5. Enfrenta
la contienda en el marco de un sistema político articulado por normas que
reproducen las lógicas e intereses de la clase dominante (y de la oligarquía),
las fuerzas conservadoras y sus satélites de derecha. Asimismo, de una dinámica
política determinada por los controles y financiamientos oligárquicos,
empresariales locales y extranjeros, e intereses mafiosos, a través de los
cuales se han gestado las relaciones históricas que dan vida a este sistema
político. Esto sucede así porque quienes proveen tales recursos son
propietarios, controlan, financian y encabezan la mayoría de partidos, y son
quienes configuran el conjunto de factores ideológicos, económicos, sociales y
políticos, que tanto en el ámbito de la sociedad civil como del Estado,
determinan la correlación de fuerzas. Son estos factores los que operan y
plasman la desigual distribución de poder preexistente en el momento y en el
resultado electoral.
6. En la
actualidad se vive en el país una crisis política producto del descubrimiento
de redes mafiosas en el gobierno del Partido Patriota. Estos hechos han
revelado una buena parte de los factores determinantes del régimen y sistema
político. Han provocado, como reacción contradictoria, un importante movimiento
de indignados contra la corrupción, factor de primer orden que permite pensar
en un punto de inflexión en la “normalidad” con la que se reproduce dicho
sistema, el cual no obstante, pensando en lo electoral, pareciera que tendrá
impactos legales (en la Ley Electoral y de Partidos Políticos, por ejemplo) con
posterioridad a las elecciones de este año. En este contexto, resulta evidente
también la profunda debilidad de la izquierda electoral y de la izquierda en
general para dirigir la lucha, no solamente hacia la depuración de los
organismos del Estado, sino para enrumbarla hacia un nuevo momento político,
favorable a las transformaciones políticas y sociales. En el interés electoral
de los partidos de izquierda electoral, el cual domina cada vez más en la
medida que avanza la temporada de campaña electoral, esta se ve incapaz para
generar mejores condiciones de competencia política. Una más, las estrategias
electorales están situadas con cierta contradicción al movimiento ciudadano de
indignados desde donde se está cuestionando la legitimidad de las elecciones e,
inclusive, planteando su aplazamiento, suspensión e inclusive su boicot.
En conclusión, la izquierda
asiste y participa, pero no compite en este proceso electoral. Arriba al mismo
sin haber gestado las condiciones internas y externas necesarias, que le
permitan nuevas posibilidades a sus estrategia electorales inmediatas. Asiste
al proceso electoral, asimismo, con cierta contradicción ante un movimiento
ciudadano que exige reformas profundas y un aplazamiento o suspensión de
elecciones, ante lo que se avizora será en esencia una nueva reedición de lo
sucedido hace cuatro años: una elección de presidente y un congreso con fuertes
signos de corrupción y con evidencia de ser actores que facilitarán el modelo
de acumulación de capital imperante. El cual continuará la vía de expansión y
profundización de la explotación y expolio de la naturaleza, de los pueblos y
la clase trabajadora, así como el saqueo del Estado, a través del robo
descarado, las concesiones y evasión de impuestos.
Como hipótesis, entonces, puede
plantearse que la izquierda está ante una inminente repetición de su resultado
político: mantenerse como fuerza dividida, débil y marginal, y en esa medida,
comparsa sistémica –hasta cierto punto crítica– en la reproducción del
establishment.
Cabría la posibilidad, eso sí, de
que alguna de las opciones de la izquierda electoral salga de esta contienda
con los argumentos (fundamentados en votos y en alcaldías y diputaciones,
logradas especialmente por su relación con algunos liderazgos territoriales)
para justificar su curso erróneo anterior o para posicionar con nuevos aires
esta expresión política.
Más allá de tal hipótesis, el
tipo de factores que hacen de la izquierda electoral incompetente para competir
en ese plano, permiten reafirmar la necesidad de repensar la izquierda en
Guatemala. Hablo de la izquierda electoral, que es objeto de análisis en este
artículo, pero también de la izquierda no electoral y de la izquierda “social”.
Congresos, conferencias y encuentros realizados a lo largo de estos años, es
evidente que han sido insuficientes para recuperarnos históricamente de las
derrotas y obstáculos de distinto orden que enfrentamos como izquierda o, para
ser más precisos, como izquierdas en Guatemala.
Algunos retos para el debate de la
izquierda en Guatemala
Repensar la izquierda, sin duda,
requiere ideas que permitan realizar un ejercicio lo más complejo posible,
desde el cual pueda encontrarse los criterios suficientes que nos permitan
salir del estancamiento y marginalidad. En esa búsqueda se proponen algunos
retos que, desde distintos esfuerzos, ya están siendo considerados en la
búsqueda de nuevas orientaciones prácticas.
1.
“Sin
teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”. Así lo afirmó y llevó a
la práctica uno de los grandes revolucionarios del siglo XX: Vladimir Ilich
Lenin. En este sentido, una de las carencias principales en el país es la
escasa producción y recreación de teoría y, menos aún, de teoría revolucionaria[7].
Lo dominante es una práctica empirista, de sentido común, cuyos resultados
están a la vista. En este sentido, uno de los retos está en recuperar bases
teóricas e ideológicas que nos permitan interpretar el carácter histórico y
estructural de la sociedad y el Estado guatemalteco en la etapa actual,
caracterizada por una dinámica de acumulación de capital renovada. Un Estado
facilitador de tal dinámica, por la injerencia imperial cada vez más descarada
y por la profundización de contradicciones procedentes de su carácter de clase,
étnico y de género en relación simbiótica y compleja. Sólo desde ese nivel de
unidad dialéctica entre teoría e interpretación de la realidad concreta podrá
repensarse el carácter revolucionario de la izquierda, un carácter en buena
medida inexistente en la mayoría de prácticas y estrategias organizativas[8].
2. En ese
sentido, trascendiendo lo electoral y el instrumento partido político, es
fundamental el reconocimiento de actores y sujetos políticos que exigen y deben
ser protagonistas en la transformación social. Desde ahí, es necesario
recuperar la discusión sobre el sujeto revolucionario, para repensarlo en la
búsqueda de gestar la alternativa al capitalismo, siendo que dicho sistema es
el que nos está llevando al despeñadero, no solamente como sociedad sino como
humanidad. Desde ahí, asimismo, repensar lo electoral y el instrumento político
necesario.
3.
Tal como
afirmaba en el 2009, a partir de las propuestas de los múltiples actores y
sujetos específicos, es necesario articular una propuesta de programa político
y de proyecto histórico –que ante la falta de otra propuesta coherente,
proponemos e insistimos debe ser el Socialismo, sin duda recreado en nuestras
condiciones y características históricas–, que articule coherentemente las
reivindicaciones, derechos, demandas y propuestas que permitan idear y
construir un nuevo Estado y una nueva comunidad (nación dirían algunos) de
comunidades (seguramente como unidad de pueblos). Un nuevo Estado y una nueva comunidad
nacional, donde se garantice un modelo de desarrollo para la vida, donde la
apropiación colectiva y equitativa sea la norma, y donde la dignidad, la
solidaridad, la justicia, la equidad, la soberanía, se conviertan en principios
vigentes en toda práctica y relación social. Esto pasa por trascender el
pragmatismo o el minimalismo (expresados en programas de gobierno para el
momento electoral, por ejemplo) que más que hacernos avanzar, se han convertido
en nuestros parámetros de estancamiento, sin perspectiva y proyección
histórica. Esto es la recuperación creadora del proyecto histórico y el
programa de la revolución.
4.
En
coherencia con lo anterior, idear una estrategia revolucionaria en la cual
redimensionemos las formas de lucha. Esto pasa por repensar la lucha electoral
y parlamentaria; “…por articular una estrategia que incluya la construcción de
nuevo poder, la potenciación de los poderes con los que ya contamos, y por la
necesaria toma del poder del Estado; por replantearnos las formas de
articulación, que a la luz del proceso actual, pareciera ser más coherente
hacerlo desde los territorios y los sujetos que se desarrollan desde ahí; por
recuperar prácticas de formación…, esfuerzos de organización y articulación, y
movilización, reconociendo los ámbitos donde nos estamos jugando nuestro
presente y futuro que siempre –y así debiéramos comprenderlo– es compartido; por
impulsar la lucha económica, política e ideológica; por fortalecer la
resistencia pero haciéndola trascender en dirección a construir el sujeto
revolucionario, avanzar en su programa y estrategia, que recupere su carácter
ofensivo; por enlazar nuestras luchas a los procesos emancipatorios que se
están dando en América Latina y en donde resulta necesario pensar en la Patria
Grande de Bolívar y Nuestra América en palabras de Martí. Estos y otros
aspectos formarían parte de lo que nosotros llamamos la recuperación creadora
de la estrategia revolucionaria.” (Sosa, 2009a)
5. Sin duda,
concepción y práctica deben confluir en la gestación de una cultura política
revolucionaria” que destierre aquella cultura de derecha y conservadora que
subsiste dentro de nuestras organizaciones y movimientos y que se expresa en:
jerarquización, machismo, racismo; la incomunicación y el chisme como eje de
“comunicación”, entendimiento y relación con el Otro; el clientelismo y el
electoralismo; el pragmatismo y la falta de vigencia de principios; la
sumisión; la corrupción y la cooptación; el autoritarismo; la falta de debate
serio y fraternal; la priorización del conflicto con mi hermano o mi aliado,
por sobre la lucha frente a nuestros enemigos, etc. Contrariamente, que
potencie, construya o reconstruya una cultura política basada en principios y
valores que se centren en el Ser Humano, en relaciones dialógicas, en el
intercambio de saberes, experiencias y sueños, en la recuperación de nuestra
memoria y perspectiva histórica que potencie nuestras prácticas y acciones de
hoy, con todas sus posibilidades y limitaciones; en el reconocimiento de
identidades y sujetos de cambio, donde los liderazgos y dirigencias surjan del
fragor de las luchas y no de imposiciones verticalistas, donde nuestras
búsquedas de transformación abarquen el ámbito de lo político y no solamente de
la política.” (Ibíd.)
6. Es
necesario clarificar contra qué y contra quién luchamos. En ese sentido,
luchamos o debiéramos luchar en contra del sistema capitalista, el sistema
racista y el sistema patriarcal. Aun cuando estos tres sistemas tienen sus
propias implicaciones como relaciones históricas, y requieren un tratamiento
coherente, sin supeditación, es necesario afirmar que es el capitalismo el que
las articula en el momento histórico actual, en función de su reproducción. Con
relación a nuestros contendientes políticos fundamentales, esos devenidos del
sistema capitalista, muchas veces están ocultos en la contienda partidaria y
electoral. No necesariamente pertenecen a ninguna de las fracciones o partidos
electorales de derecha, pero siempre actúan como la fuerza dirigente, superior
a los partidos. En el caso guatemalteco y a pesar de sus contradicciones
secundarias, tales contendientes fundamentales están organizados como grupos
corporativos articulados como G-8 (los ocho principales grupos corporativos
locales) y de forma ampliada en el Comité Coordinador de Asociaciones
Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), con vínculos y
articulaciones con capital transnacional, la mayoría bajo la tutela y
supeditados a la Embajada de Estados Unidos como principal imperio de
influencia en la región y el país. Tales contendientes fundamentales y su
principal representación política, el CACIF, es lo que Antonio Gramsci denominó
“Estado Mayor intelectual del partido orgánico” de la clase hegemónica
(Gramsci, 1980: 29). De tal cuenta que la lucha electoral significa apenas una
de las arenas donde se requiere desarrollar tal confrontación y podría estar
significando un enfoque parcial, fragmentado y equívoco en el enfrentamiento a
tales oponentes.
La interpretación histórico-estructural,
posibilitaría repensar el programa político revolucionario –e insisto, no me
refiero al programa de gobierno que supondría la lógica electoral– y por
consiguiente la estrategia política, donde lo electoral sería una de las formas
de lucha, y quizá no la principal en esta etapa y menos en este momento
político. Posibilitaría, asimismo, repensar el instrumento político, la
dirigencia colectiva, las alianzas, entre otros asuntos de primer orden.
Concluyo reafirmando lo escrito
en 2009 al respecto: “En un contexto donde las formas de acumulación a través
de intensificar la explotación y el expolio se expanden y profundizan, con un
Estado que afianza su papel criminalizador y represor de la lucha indígena,
campesina y popular, con una hegemonía conservadora y cada vez más incisiva en
sus orientaciones fascistas y con una política de mayor intervencionismo
imperialista, la tarea de articularnos y avanzar hacia la unidad se hace cada
vez más imperante.” (Sosa, 2009b) Agrego: articulación que no necesariamente
debe focalizarse en lo electoral. Lo electoral puede ser la consecuencia de una
articulación estratégica previa, tal y como sucedió en Bolivia, donde el
triunfo electoral del Movimiento de Acción al Socialismo (MAS) y su gran líder,
Evo Morales, fue la consecuencia de luchas y articulaciones de alto impacto
nacional.
Ya es tiempo que el reflujo de la
izquierda concluya. Y de ello debemos ser responsables todos quienes nos
ubicamos en esa posición del espectro político. Esperemos que pronto estemos
hablando de una izquierda en proceso de recreación y recuperación histórica.
Fuentes
1.
Gramsci,
Antonio (1980). Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado
moderno. Madrid: Ediciones Nueva Visión.
2.
Sosa
Velásquez, Mario Enrique (2013). Resistencia indígena al capital en Guatemala:
Una mirada desde el modelo económico, el territorio y la gobernabilidad. En
CEDFOG. Sexta Jornada de Estudios sobre Territorio, Poder y Política.
Huehuetenango: CEDFOG. Pp. 113-150
3.
Sosa,
Mario (a). Algunos retos para la construcción y articulación del sujeto
político en Guatemala. Guatemala: albedrio. 2 de diciembre de 2009 http://www.albedrio.org/htm/articulos/m/msosa-027.htm
4.
__________
(b) Del triunfo del FMLN y la izquierda en Guatemala. Algunas reflexiones.
Segunda parte. 26 de marzo de 2009. Guatemala: albedrio. http://www.albedrio.org/htm/articulos/m/msosa-016.htm
5.
__________
(c) Del triunfo del FMLN y la izquierda en Guatemala. Algunas reflexiones.
Primera parte. 19 de marzo de 2009. Guatemala: albedrio. http://www.albedrio.org/htm/articulos/m/msosa-015.htm
6.
Tribunal
Supremo Electoral (2012). Memoria elecciones 2011. Guatemala: Tribunal Supremo
Electoral.
7.
________________________
(2008). Memoria elecciones 2007. Guatemala: Tribunal Supremo Electoral.
8.
________________________
(2004). Memoria elecciones 2003. Guatemala: Tribunal Supremo Electoral.
9.
________________________
(2000). Memoria elecciones 1999. Guatemala: Tribunal Supremo Electoral.
10. ________________________ (1996).
Memoria elecciones 1995. Guatemala: Tribunal Supremo Electoral.
*
Este artículo fue publicado inicialmente por el Centro de Medios Independientes
(CMI), el 17 y 28 de julio de 2015. CMI, en
¿Sufragio o naufragio? Debate sobre las izquierdas. Opinión, Puntos de
inflexión https://cmiguate.org/de-la-incompetencia-y-los-retos-de-la-izquierda-en-guatemala/ y https://cmiguate.org/de-la-incompetencia-y-los-retos-de-la-izquierda-ii/ . Posteriormente ha sido
publicado por Albedrio http://www.albedrio.org/htm/articulos/m/msosa-071.html,
Rebelion http://rebelion.org/noticia.php?id=201639,
y América Latina en Movimiento http://www.alainet.org/es/articulo/171405
** Antropólogo político, investigador social
en la Universidad Rafael Landívar y docente en la Universidad de San Carlos de
Guatemala.
[1] Los datos de carácter electoral, han sido extraídos
de las memorias de elecciones publicadas por el Tribunal Supremo Electoral y
que son citadas al final del artículo.
[2] En un artículo publicado en 1999, afirmaba lo
siguiente: “…en Guatemala, las fuerzas revolucionarias salen de la negociación
y de la firma de la paz en situación de debilidad producto del desgaste que
hechos, como el del secuestro de la señora Novela, le hicieron ceder en el
Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria y le orillaron a
firmar con rapidez los acuerdos finales, a desmovilizarse y convertirse en
partido político en condición de fuerza secundaria, sin la capacidad de
beligerancia requerida, ni siquiera, para luchar por el cumplimiento de aquella
parte de los acuerdos que por ser coherentes con el proyecto revolucionario
debían lucharse en la calle y no en mesas de comisión.” (Sosa, 2009a)
[3] Los tres diputados que salen de ANN crean un bloque
legislativo aparte. En 2007 dicho bloque se convierte en el partido político
Encuentro por Guatemala, cuya secretaria general ha sido Nineth Montenegro.
Desde ese momento, dicha expresión política ha devenido en una fuerza con
fuertes signos de derechización y completamente alejada de las expresiones de
izquierda, tanto dentro como fuera del Congreso de la República.
[4] De forma inconsulta con su partido URNG, el diputado
electo por el departamento de San Marcos, Carlos Mejía, también llamó a votar
por el candidato de Líder. Carlos Mejía encabeza el listado de candidatos a
diputado por el mismo distrito y a propuesta del mismo partido en la actual
contienda electoral 2015.
[5] El Consejo de
los Pueblos de Occidente, es la articulación de buena parte de los liderazgos
regionales que proceden de la lucha de resistencia contra proyectos extractivos
mineros e hidroeléctricos y de las Consultas Comunitarias de Buena Fe en las
cuales, en los municipios donde han sido realizadas, han votado
mayoritariamente en contra de tales proyectos.
Para ampliar véase: Sosa, 2013.
[6] Al respecto, en
1999 escribía: “En esas condiciones
y desde una perspectiva revolucionaria, sólo se podría participar sin legitimar
el juego de relevo de las elites en el poder, a partir de contar con la
capacidad organizativa, con un programa
político revolucionario y con los recursos económicos (financieros, humanos,
informativos, etc.), algo con lo que evidentemente en la izquierda carecemos
todavía.” (Sosa, 2009b)
[7] En 2009
afirmaba algo que aun considero vigente: “La recuperación de la teoría
revolucionaria, donde incluimos el marxismo como cimiento, pero sin dogmatismo
y recreándolo a partir de nuestros contextos y procesos, abriéndonos a aportes
que desde otras matrices de pensamiento revolucionario, nos aportan elementos
para pensar y repensar nuestras realidades y nuestras luchas por la
transformación radical. Es necesario, pues, recuperar la teoría, los ideales y
las luchas revolucionarias que se han desarrollado en Guatemala, en
Latinoamérica y el mundo, y que nos pueden permitir liberarnos de todo tipo de
yugos. Así, pensamiento marxista, bolivariano, martiano, morazanista, sumado a
los aportes liberadores de otras matrices de pensamiento y conocimiento como el
de los pueblos indígenas, debieran constituir nuestras fuentes.” (Sosa,
2009a)
[8] En la segunda
parte del artículo Del triunfo del FMLN y la izquierda en
Guatemala. Algunas reflexiones, publicado en marzo de 1999, se incluyen otros asuntos relativos a la
problemática que enfrenta la izquierda en al país: “Nuestro estado es de
fragmentación y dispersión originada en conflictos de liderazgo, en diferencias
programáticas y de estrategia, en predominio de identidades sectoriales y temáticas,
en procesos de unidad fracasados a partir de estrategias de eliminación del
disenso y la imposición de “mayorías” o de estrategias electoralistas, en la
cooptación y derechización, entre otros aspectos. Hemos sido incapaces de
generar las posibilidades y concretar un esfuerzo de carácter estratégico, no
solamente para articularnos y unirnos, sino para hacer frente a la hegemonía
burguesa, oligárquica e imperialista que se plasma en la profundización de las
formas de acumulación de capital y sus impactos en la condiciones de
explotación, expolio, miseria y deterioro
ambiental.” (Sosa, 2009b). Ahí mismo pueden encontrase otros elementos a
considerar.