Declaración del Grupo de Trabajo CLACSO
Estudios críticos del desarrollo rural y de la Escuela Internacional de
posgrado y campesina - Red de posgrados en estudios críticos del desarrollo
rural
Vengo de
un lugar de donde una vez la piedra fue canción
Allí donde me abrieron las heridas me brota una flor
Guadalupe
Urbina
A lo largo de la
semana que va del 17 al 23 de septiembre, confluyeron en la ciudad de San José
de Costa Rica dos procesos en suma importantes como parte del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO): la XVII reunión anual del Grupo
de Trabajo Estudios Críticos del Desarrollo Rural y la III Escuela Internacional
de Posgrado y Campesina “Configuración del capital y del poder en los
territorios rurales de América Latina - extractivismo, agrohidronegocios y
propuestas de resistencia e integración desde abajo” de la Red de Posgrados en
Estudios Críticos del Desarrollo Rural.
Caminos
paralelos y hermanados que nos convocaron a intentar ver de manera crítica los
procesos que hacen del nuestro un continente convulso, abigarrado y complejo, y
a la par buscamos explorar las propuestas de resistencias y alternativas que desde
los sujetos y actores rurales, es decir desde nuestra Latinoamérica profunda,
se construye.
Critica y
alternativa que en esencia debe ser resultado del diálogo con actores sociales
mientras compartimos con otros investigadores enfoques y perspectivas y por
ello acudimos al llamado un variopinto grupo de representantes indígenas y
campesinos, mujeres rurales y de movimientos sociales; responsables de
políticas públicas; activistas de organizaciones de la sociedad civil;
investigadoras e investigadores provenientes de México, Honduras, Guatemala,
Nicaragua, Costa Rica, Cuba, Colombia, Ecuador, Chile, Brasil y Argentina.
A lo largo de
estos días los objetos, mapas, letras y palabras que los distintos
participantes han vertido, nos han reflejado en la complejidad, diversidad y
profunda riqueza de las sociedades rurales en el territorio latinoamericano;
pero estas mismas sociedades también se nos muestran desgarradas y defensivas,
resultado del proceso continuo de un neoliberalismo que, pese al intento de los
llamados gobiernos progresistas, ha recorrido tres décadas hasta afianzarse; de
gobiernos “democráticos” que se ciñen a las reglas de mercado y de gobiernos
golpistas que no solo nos regresan 40 años, sino que muestran el verdadero
rostro del capitalismo mundial; de guerras soterradas que han hecho de la paz
un camino sinuoso al que aún no podemos llegar.
Un panorama que
nos muestra problemas económicos, crisis políticas y descomposición social que
han deteriorado las condiciones y la calidad de vida, acentuado la exclusión
sociopolítica y la falta de diálogo, incrementado la violencia y el menoscabo a
los derechos humanos, agravado el despojo a las comunidades, el flujo
migratorio y la inequidad de género. Y todo esto se manifiesta de maneras
concretas:
El mundo rural
se ha visto especialmente afectado pues ahí se encuentran los grandes
reservorios de biodiversidad, pero también porque esos son ahora las últimas
fronteras de tierras que pueden ser convertidas para el cultivo industrial y
quizás el extractivismo en tiempos del neoliberalismo sea la forma más rapaz de
inserción del capitalismo en el mundo rural.
Biodiversidad
que en la voz de campesinos, afrodescendientes y pueblos originarios se vuelve
el agua, la tierra, el aire y la producción para su vida, es decir se vuelven
territorio. El extractivismo ha devenido en un modelo de desarrollo para muchos
países de nuestra América que se manifiesta en la conversión de gigantes
extensiones de selvas, bosques y montañas en zonas de producción bajo la figura
de monocultivo. En el paso de un par de décadas millones de hectáreas
atestiguan la conversión de producción de soya en Brasil y Argentina; de piña,
caña, palma africana en el grueso de los países centroamericanos como Costa
Rica, Honduras, Guatemala.
Pero no solo
modifica la producción, sino que la subvierte totalmente tal como pasa en la
extracción minera. Ejemplo dramático que conlleva la apropiación y
trasformación de los territorios de pueblos originarios, indios y campesinos,
en escenarios marcianos con cráteres gigantescos, que además demandan
cantidades gigantescas de agua, tierra y personas. Y en la búsqueda de energía
para alimentar la producción y el modo de vida que subyace a esta, en
distintitos puntos de la geografía encontramos hoy cientos de aerogeneradores
que se apoderan del viento en regiones como el Istmo de Tehuantepec en México;
y así como se apropian del aire, lo hacen también del agua poniendo presas y
represas hidroeléctricas.
Explotación de
la naturaleza y el hombre, es decir del territorio, que significa un atentado
permanente a los territorios, pero especialmente a la vida. Ante este panorama,
la palabra nuestra declara que:
RECHAZAMOS
Las diversas
manifestaciones de despojo, acumulación, desplazamiento, violencia,
criminalización, asesinato, exclusión y violaciones a los derechos humanos,
territoriales y ambientales que continúan dándose en los territorios rurales
latinoamericanos, que trasgreden y pisotean los derechos de los pueblos
originarios, indígenas, tradicionales, campesinos, afrodescendientes,
pescadoras y pescadores artesanales, que atentan con más fuerza contra las
libertades, derechos y la vida de las mujeres y jóvenes del continente. Así
como a las élites económicas locales rentistas e intermediarias al servicio de
las corporaciones transnacionales.
DENUNCIAMOS
La complicidad
de los Estados Nacionales al servicio de las corporaciones transnacionales que
solapan y promueven la expansión del capital agroindustrial, en desmedro de la
naturaleza, de la pluralidad de formas de existir y de nuestro patrimonio
natural y cultural.
CONVOCAMOS
A los pueblos
del continente y del mundo a luchar y articular todos nuestros esfuerzos en el
combate contra los Estados capitalistas y patriarcales, las corporaciones, las
élites rentistas locales y demás instancias que promueven el despojo, la
expropiación, la criminalización, con consecuencias nefastas para toda la
humanidad, especialmente:
• La
consolidación y expansión del capitalismo rural, con la consecuente apropiación
de los territorios de comunidades originarias, indígenas, tradicionales,
campesinas, afrodescendientes, pescadoras artesanales en nuestros países;
• Las
actividades extractivas, minería a cielo abierto, megaturismo corporativo,
proyectos hidroenergéticos, explotaciones forestales;
• La expansión
de la frontera agraria en la producción de monocultivos;
• La utilización
de semillas transgénicas, agroquímicos y hormonas de rápido crecimiento en
animales;
• La
monopolización de toda la cadena productiva por parte de las corporaciones
multinacionales;
• La
malnutrición motivada por las grandes cadenas de comida rápida como Mc Donalds,
KFC, Burger King, etc. y los alimentos ultraprocesados;
• La presión de
organismos internacionales que fracturan el tejido social, destruyen las
economías campesinas, y socaban las formas culturales y de relacionamiento
social;
• La dependencia
a los mercados internacionales y a las bolsas de valores que generan
especulación financiera global;
• Las distintas
formas de violencia que padecen día a día las mujeres;
• La cooptación
y el clientelismo que han promovido los gobiernos de turno con el fin de
dividir a las organizaciones sociales;
• El
hostigamiento, persecución, criminalización sistemática y desaparición de
líderes y lideresas sociales que reivindican las luchas comunales en sus
territorios, lo que provoca desmovilización organizativa de los movimientos
sociales.
Al mismo tiempo
nos sumamos a la lucha por la vida que llevan adelante los pueblos originarios,
indígenas, tradicionales, campesinos, afrodescendientes, pescadores
artesanales, hombres y mujeres de todo el continente en la construcción de
agriculturas alternativas y agroecológicas que promueven la producción de
alimentos sanos y culturalmente apropiados para sus familias y para los
consumidores de las ciudades como alternativa concreta y eficiente para
enfrentar los crecientes efectos del cambio climático provocados por el modelo
industrial de producción económica en el campo y la ciudad.
Igualmente
decimos que acompañamos y nos comprometemos con cada uno de los procesos de
resistencia impulsados en todo el continente por organizaciones campesinas,
indígenas, de mujeres, jóvenes y más, especialmente de las mujeres, cuya voz
interpela y mantiene viva las luchas históricas por el territorio, la vida y la
defensa de las semillas, el agua y la tierra.
De manera
especial apoyamos la lucha de las organizaciones de la hermana nación de Costa
Rica, cuya grave y creciente problemática ha sido largamente invisibilizada
bajo el discurso de la paz y la prosperidad del discurso de la “Pura Vida”.
A su vez,
respaldamos la continuidad del proceso revolucionario en Cuba y su generosa
producción agroecológica en el campo y en las ciudades.
En este sentido
¡EXIGIMOS!
• Un alto a la
criminalización, represión, asesinatos de los pueblos originarios, indígenas,
tradicionales, campesinos, afrodescendientes, pescadoras y pescadores
artesanales;
• Inmediato
encarcelamiento y condenación de los responsables por asesinatos de integrantes
de los pueblos originarios, indígenas, tradicionales, campesinos,
afrodescendientes, pescadoras y pescadores artesanales;
• Destitución de
Michel Temer de la Presidencia de Brasil y su inmediata prisión y condena por
jefe de cuadrilla de corrupción, juntamente con su cúpula ministerial,
diputados y senadores que mancomunados con corporaciones del agrohidronegocio
asaltan al pueblo brasileño. Con el pueblo de Brasil gritamos “¡Fuera Temer”!;
• Aparición con
vida y justicia para los 43 estudiantes rurales de Ayotzinapa y los miles de
desaparecidos en toda Latinoamérica. Con el pueblo de México exigimos: ¡Porque
vivos se los llevaron, vivos los queremos!;
• La libertad
inmediata de los 1,025 presos políticos, que pese a estar amnistiados, aún continúan
en las cárceles colombianas, en detrimento de los acuerdos de paz;
• La aparición
con vida de Santiago Maldonado y el cese de hostilidades contra la Comunidad
Mapuche;
• La no
explotación al parque nacional Yasuni ITT y justicia para el pueblo Shuar Arut;
• Eliminación de
todas las leyes, planes y normas impeditivas del intercambio de semillas
nativas o criollas y las prácticas tradicionales de crianza de animales;
• La eliminación
del bloqueo geopolítico impuesto por Estados Unidos a Cuba y inmediata
devolución de la base naval de Guantánamo restituyendo la soberanía territorial
por parte del pueblo cubano;
• Justicia
frente a las sistemáticas atrocidades sufridas contra dirigentes sociales en
Colombia, Honduras, Ecuador, Costa Rica, Guatemala, Brasil, Argentina, etc.
Especialmente a la compañera Bertha Cáceres, José Ángel Flores, José Alfredo
Rodríguez y Flavio Gabriel Pacífico dos Santos, entre otros tantos otros.
Finalmente nos
solidarizamos con los hermanos mexicanos afectados por el terremoto, así como
con todas las poblaciones del Caribe y Norteamérica azotadas recientemente por
los huracanes y tormentas tropicales.
San
José de Costa Rica, septiembre de 2017
Grupo de Trabajo
CLACSO
Estudios críticos del desarrollo rural
y Escuela Internacional de posgrado y campesina
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