Por Mario Sosa
En www.albedrio.org, 11 de marzo de 2009.
El Salvador, como Guatemala y como la mayoría de países de Nuestra América, vivieron desde la primera mitad del siglo XX, un conjunto de dictaduras oligárquico-militares que fueron la forma de dominio impulsada por las burguesías locales en alianza --siempre en situación de servidumbre- con el imperio estadounidense. Desde la dictadura de Maximiliano Hernández (1930-1944, coincidente con la dictadura ubiquista en nuestro país) que sofocó la insurrección campesina e indígena con prácticas de genocidio y etnocidio, pasando por las dictaduras de Castañeda Castro (1945-1948), golpes de Estado en el período de 1948-1960, dos juntas militares de “transición” (1960-1961), elecciones fraudulentas que llevaron al poder a Julio Rivera, Fidel Sánchez, Arturo Molina y Carlos Romero (1962-1979), nuevos golpes militares (1979-1983), con gobiernos de fachada como el de Napoleón Duarte de la derechista DC (1984-1988) y concluyendo con la ya larga dictadura de la ultraderecha escuadronera de ARENA, que desde 1989 ha sido la continuidad de un largo período de reproducción de un régimen burgués-oligárquico y al servicio del imperialismo, alejado en esencia de las más justas demandas del pueblo salvadoreño. Ha sido un largo período de hambre y represión, de venta de la soberanía al capital transnacional y al imperio de los halcones, de explotación, expolio y opresión.
En ese marco, el FMLN representó la dignidad salvadoreña, la esperanza de patria de, por y para el pueblo salvadoreño. A través del FMLN, los salvadoreños ejercieron el derecho a la rebelión que todo pueblo posee cuando está siendo sometido a la más cruel pobreza y represión.
El FMLN, como partido que representa la alternativa de poder popular en el Salvador, que supo salir airoso de un proceso de negociación e insertarse en el sistema político electoral, no para claudicar en su carácter revolucionario sino para avanzar en sus posibilidades de disputarle el poder a la derecha, se encuentra hoy a las puertas –como posibilidad real- de ganar las elecciones el próximo domingo. Pero como siempre lo han hecho, la derecha salvadoreña y centroamericana[1] y el imperialismo norteamericano se han confabulado para impulsar una campaña mediática por demás sucia (informaciones falsas, acusaciones infundadas, agresiones a simpatizantes de izquierda, agresiones a periodistas, amenazas a trabajadores, etc.) y generadora de temor dirigida al pueblo salvadoreño y una estrategia que, basada en una legislación electoral diseñada para impedir el triunfo de la izquierda, persigue impulsar acciones de fraude electoral, algo que habrá que combatir en las elecciones, denunciar si así sucediese y defender el triunfo popular si así fuera necesario.
La derecha histórica, la burguesía y el imperialismo, están urgidos de evitar que el apoyo que actualmente tiene Mauricio Funes --que se materializan en más de 10 puntos porcentuales de ventaja--, se traduzca en una victoria que finalmente logre desplazarlos del control del Estado e iniciar un camino de transformaciones revolucionarias que en El Salvador, como en Guatemala, es una necesidad histórica.
Como Frente Popular por la Soberanía, la Dignidad y la Solidaridad, enviamos nuestro saludo fraternal e internacionalista al FMLN y al pueblo salvadoreño. Estamos convencidos que nuestros indisolubles lazos seguirán avanzando con base en la ideas morazanistas de una patria centroamericana, independiente y popular, como paso complementario en la construcción de nuestra unidad latinoamericana, la Patria Grande, Nuestra América, inspirada en el pensamiento revolucionario, de dignidad, soberanía y solidaridad de Martí, Bolívar y Fidel.
[1] Empleados de las tiendas de Pollo Campero en el Salvador, propiedad de los Gutiérrez Boch, dueños del grupo corporativo Multiinversiones en Guatemala, han denunciado el hostigamiento concertado en todas las tiendas de dicha empresa, para orillarlos a votar por ARENA (Diario Latino, 6 de marzo de 2009, en www.diariocolatino.com), lo cual resulta ser una prueba de la confabulación de la derecha centroamericana que a través de los últimos años ha avanzado en su alianza económica y política regional.
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