Por Mario Sosa
En Albedrio, 10 de diciembre 2007
El resultado del referéndum convocado para decidir sobre las reformas constitucionales en Venezuela es ya conocido. No obstante, es necesario afirmar que, más allá del revés momentáneo para el avance de la Revolución Bolivariana, también refleja el mantenimiento de un fuerte y fundamental apoyo para el bloque revolucionario encabezado por Hugo Chávez, quien mantiene una mejor correlación de fuerzas a pesar del aumento de apoyo electoral para la oposición.
Lo cierto del caso es que la lucha política e ideológica se ha agudizado. Ideológicamente, la lucha se desarrolla entre aquellos que esgrimen la democracia –esa democracia reproductora de injusticias, corrupción y entreguismo del Pacto del Punto Fijo- y representan al antiguo régimen (terratenientes, banqueros, industriales, grandes comerciantes y dueños del 90% de los medios de difusión masiva, más la vieja elite política y la jerarquía católica, todos acompasados por la dirección de la embajada norteamericana), y entre aquellos partidos y fuerzas políticas que impulsan el tránsito hacia el Socialismo. [1]
El bloque revolucionario de poder, encabezado por Hugo Chávez, ha demostrado su profunda vocación democrática y popular, al desarrollar la posibilidad para que el pueblo venezolano sea sujeto de su propia historia, sin mediación en este caso de partidos políticos y, menos aún, por aquellos que representan el Pacto del Punto Fijo (1958-1999) y que hoy, a través de las mismas figuras partidarias u otras de reciente formación ligadas al interés oligárquico y burgués, pretenden un retorno al poder de fuerzas económicas y políticas que si algo hicieron en el pasado fue despojar al hermano pueblo venezolano de ese derecho que le asiste y que en el presente se han dedicado a orquestar campañas para derrocar por vías antidemocráticas al gobierno legal y legítimamente electo. [2]
Algunos analistas afirman que con el resultado del Referéndum, se “revalorizó la democracia… como un bien público sustantivo”, sin reconocer el carácter participativo que ha adquirido el sistema democrático venezolano, manifiesto inclusive en el anterior y actual referéndum. Esta es la democracia que la izquierda más progresista, democrática y revolucionaria está llevando a cabo en Venezuela desde el ejercicio del poder, una izquierda distinta a esa izquierda funcional o condescendiente con la derecha y con los poderes históricamente establecidos en países como Chile y Brasil y que los analistas liberales y los medios de difusión masiva alaban. Una izquierda progresista, democrática y revolucionaria que se diferencia en sus fundamentos éticos, políticos e ideológicos de esa derecha neoliberal, golpista y antidemocrática, como la venezolana, boliviana y ecuatoriana.
Es indudable que en Venezuela, con al apoyo al bloque liderado por Hugo Chávez, no se rechaza la democracia como ese régimen del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, sino esa democracia liberal que ha privado de poder al pueblo y lo ha sumido en condiciones de pobreza y opresión, además de haber reproducido elites y estados al servicio de intereses transnacionales e imperiales.
Antes que debilitarse con el resultado, la Revolución Bolivariana ha logrado legitimar la Constitución de 1999 que abrió las puertas para la profundización democrática y ha desmentido los argumentos de la oposición interna y externa liderada por el intervencionista Estados Unidos, argumentos en los que afirman un supuesto carácter autoritario y dictatorial del nuevo régimen que en nada ha correspondido con la realidad y que el procedimiento de consulta popular y el reconocimiento del resultado contradicen. Antes que debilitarse con el resultado, el liderazgo de Hugo Chávez se ha fortalecido al haber tenido una actitud democrática al aceptar el resultado del referéndum y ha obtenido una victoria moral y ética sobre la oposión.
Contrariamente, la oposición venezolana, de origen y práctica antidemocrática, había afirmado que jamás aceptaría el triunfo del SÍ en la consulta y que ante tal circunstancia pondría en marcha la Operación Tenaza, es decir, la sedición en contra del gobierno legítimamente electo. Una oposición que de espaldas al pueblo venezolano mismo --incluso en contra de esa parte que se sumó al NO-, se mantiene aliada con Estados Unidos, Estado que si algo representa es la principal fuente de poder antidemocrática en el mundo y que, como afirma James Petras, invirtió más de 20 millones en esta campaña. [3]
Más allá de asumir la democracia como fetiche –tal y como hacen los apologistas de la democracia liberal burguesa-, en Venezuela estamos asistiendo a un proceso de profundización de la democracia en su sentido más radical. La Revolución Bolivariana, al mismo tiempo que ha garantizado la vigencia de la democracia, no solamente representativa, sino también participativa y decisoria, ha avanzado en transformaciones encaminadas a lograr una economía autónoma, fuerte y orientada a beneficiar al pueblo históricamente excluido.
Prueba de ello ha sido el crecimiento económico que se situó en el 17.9% en el 2004, 9.4% en el 2005, 10.3% en el 2006 y 6% según proyecciones para el 2007, cuyos productos se han orientado al beneficio social traducido en rebajas al Impuesto al Valor Agregado -IVA- (contrario a las tendencias en la mayoría de países latinoamericanos influenciados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial); equiparó la pensión mínima al salario mínimo, prohibió privatizar las pensiones, duplicó el presupuesto de salud, fundó las Escuelas Bolivarianas que proveen de desayuno, almuerzo y merienda a la niñez, se erradicó el analfabetismo en el 2005 con la Misión Robinson I y la Misión Robinson II se implementa para llevar a la población a alcanzar el sexto grado de primaria; fundó el Banco de la Mujer, aumentó la organización y asistencia a las cooperativas agropecuarias, instauró una moratoria de diez años para evitar el desalojo de personas que viven en terrenos ilegales; se ha dotado de tierra, asistencia técnica y financiamiento a miles de campesinos, entre otro conjunto de beneficios alcanzados y que han producido la reducción de la pobreza al 34% y de la pobreza extrema al 10.6% en el 2006 (6% menos que los índices de 1999 cuando Chávez asume la presidencia). De hecho, en el 2007 el 41% del presupuesto se orientó al gasto social, con lo que los logros en materia social avanzan a paso firme.
La Revolución Bolivariana encabezada por Hugo Chávez, entonces, por un lado mantiene y desarrolla la verdadera representación e intermediación de los intereses populares, promueve de manera práctica y concreta que el pueblo sea el sujeto de su propio destino y profundiza cambios hacia el logro de la justicia social. Poner a decisión del pueblo las reformas a la Constitución vigente, instituir y desarrollar instituciones y procesos de elección y consulta popular profundamente democráticos, son prueba de ello. Es decir, la Revolución Bolivariana ha impulsado una democracia integral a través mejorar las condiciones económicas y sociales del pueblo venezolano y avanzar en la independencia nacional. Con ello, el proceso de emancipación bolivariano ha tenido en la práctica concreta un carácter democrático, participativo e integral.
Ese es el fundamento de dicha Revolución y de su liderazgo. Se engañan aquellos que creen que el resultado del Referéndum significa la derrota de la Revolución Bolivariana, pues el proyecto de nueva Constitución es compartido por el 49% que votó a favor de la propuesta y su concreción dependerá de cómo las fuerzas del cambio en Venezuela desarrollen en adelante su estrategia, aunque también del desarrollo de las fuerzas conservadoras que aliadas con Estados Unidos tratarán de sustituirlo por vía legal o ilegal. Finalmente, el triunfo o derrota de la Venezuela Socialista dependerá del resultado de esa contradicción fundamental que hoy parece orientarse a un nuevo intento por promover la Reforma Constitucional desde el bloque revolucionario y del esfuerzo de la oposición para lograr la convocatoria a una Asamblea Constituyente, orientada a volver al antiguo régimen de fachada democrática, pero profundamente antidemocrático y antipopular.
[1] Para las elecciones del 2006, veinticuatro partidos apoyaron la candidatura de Hugo Chávez: MVR, Podemos, PPT, PCV, MEP, UPV, Liga Socialista, Tupamaro, Gente Emergente, MIGATO, Unión, MDD, CMR, CVR, IPCN, MCM, MCGN, Poder Laboral, ONGA, MNI, UPC, FACOBA, PROVEN y las REDES.
[2] El bloque revolucionario y su máximo líder obtuvieron en 1998 una victoria en las elecciones presidenciales con el 57% de los votos. Luego, en el referéndum para aprobar la nueva Constitución obtienen el 71% de apoyo y en las subsiguientes elecciones del 2000 ganan la presidencia con el 60% de los votos. Posteriormente, en el 2004, con el 59% de los votos ganó el referéndum con el cual la oposición promovió su destitución. En el 2006, Chávez gana nuevamente la elección presidencial con el 63% de los votos.
[3] Es de recordar que Estados Unidos, aliado de la oposición que aduce tener un carácter democrático, ejerce un poder autoritario y genocida en el mundo, el cual adquiere su mayor crudeza en Afganistán, Irak y Colombia para el caso Latinoamericano.
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